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Una caída impactante para el pionero de la impresión digital valorado en 2.000 millones de dólares mientras confluyen la guerra, el caos en la cadena de suministro y las dificultades económicas
TEL AVIV | Israel – Julio de 2025 – El mundo tecnológico recibió esta semana una noticia impactante: la ambiciosa empresa de impresión digital de Benny Landa, Landa Digital Printing, se ha acogido a la protección judicial tras acumular aproximadamente 516 millones de dólares en deudas. Para una compañía que alguna vez estuvo valorada en 2.000 millones de dólares y atrajo más de 1.300 millones en inversiones, esto representa una caída sorprendente y abrupta.
La crisis actual
Landa Digital Printing ha solicitado un procedimiento de suspensión de pagos, que le brinda un respiro legal para negociar con sus acreedores y evitar la quiebra total. Las cifras reflejan con crudeza la magnitud del problema financiero:
Deuda total: 516 millones de dólares
Deuda con acreedores garantizados: 413 millones (principalmente con inversores)
Deuda con acreedores no garantizados: 88 millones, de los cuales 73 millones corresponden a proveedores
Deuda bancaria: 7,4 millones con el Banco Mizrahi Tefahot
Activos de la empresa: Solo 127 millones (excluyendo propiedad intelectual)
Esto significa que la empresa debe aproximadamente cuatro veces más de lo que valen sus activos tangibles, una situación crítica desde cualquier punto de vista.
Aunque las prensas nanográficas insignia de la compañía generaron interés mundial, las ventas estuvieron muy por debajo de las expectativas. Según se informa, Landa solo ha vendido unas 40 prensas en todo el mundo, cada una valorada entre 3 y 5 millones de dólares, cifras insuficientes para cubrir los enormes costes de I+D y la infraestructura de fabricación.
En resumen, Landa Digital Printing debe cerca de cuatro veces el valor de sus activos tangibles, y la base instalada limitada evidencia lo difícil que es escalar una tecnología industrial tan ambiciosa.
La tormenta perfecta
Lo más trágico del caso Landa es que no se debió a un único fallo interno, sino a una serie de factores externos que coincidieron en el peor momento:
La guerra en Israel: más del 25 % de la plantilla israelí de Landa fue llamada a un servicio militar de reserva prolongado desde el inicio del conflicto, afectando seriamente la producción y las operaciones.
Caos global en la cadena de suministro: Los retrasos en el transporte marítimo provocados por los ataques hutíes en el mar Rojo y las dificultades para usar el canal de Suez desorganizaron completamente la logística internacional de la empresa.
Retrasos en pagos de clientes: En el sector de impresión, los clientes suelen pagar las máquinas en cuotas. La incertidumbre económica ha retrasado esos pagos, creando graves problemas de flujo de caja.
Vientos económicos adversos: El aumento de los costes de transporte internacional y las dificultades macroeconómicas mundiales agravaron todos los demás problemas.
Al derrumbe financiero también contribuyó la retirada del apoyo de inversores clave. En el caso de LDP, dos de las dinastías empresariales más influyentes de Europa eran accionistas principales: el brazo inversor de la multimillonaria alemana Susanne Klatten, cuyas participaciones incluyen BMW, poseía el 45 % de LDP, mientras que Winder Investment, el fondo de la familia Rausing (propietaria de Tetra Pak), tenía otro 10 %.
“Durante la operación Carros de Fuego en la Franja de Gaza, estas familias decidieron que ya no podían seguir apoyando a la empresa por temor a que afectara a sus marcas”, comentó una fuente cercana al asunto. Añadió que continuaron respaldando a Landa después del 7 de octubre e incluso inyectaron fondos tras un ataque con misiles que dañó sus instalaciones, “pero la prolongación de la guerra hizo que finalmente desistieran”.
Benny Landa también había conseguido que el gigante de marcas de lujo Moët Hennessy Louis Vuitton SE (LVMH) se convirtiera en accionista mayoritario de Lusix, y que empresas alemanas como Schumacher Packaging y Koenig & Bauer respaldaran Highcon; sin embargo, ese apoyo no se mantuvo para LDP ante la última crisis.
El coste humano
Detrás de las cifras hay una historia humana. Landa Digital Printing llegó a emplear unas 500 personas, principalmente en Israel, pero la plantilla se ha “reducido significativamente” durante el último año como parte de una reestructuración. Para quienes permanecen en la empresa, la incertidumbre actual debe ser abrumadora.
El fundador, Benny Landa, invirtió personalmente más de 220 millones de dólares de su propio capital en el proyecto, una muestra de su fe en la tecnología y una pérdida personal considerable.
¿Qué pasará ahora?
La suspensión de pagos le otorga a Landa Digital Printing tiempo para negociar con los acreedores y buscar posibles compradores. La empresa trabaja junto a Deloitte para desarrollar una estrategia que evite la quiebra total.
El hecho de que existan “partes interesadas” en conversaciones sugiere que, a pesar de sus problemas financieros, la innovadora tecnología de inyección de tinta a base de agua de Landa sigue teniendo un valor significativo en el mercado.
Una advertencia para la industria
El caso Landa es un recordatorio contundente de que incluso las tecnologías más innovadoras y las empresas mejor financiadas pueden verse amenazadas por circunstancias externas fuera de su control. Tras 15 años de desarrollo y haber completado con éxito una tecnología de impresión digital industrial revolucionaria, la empresa estaba lista para triunfar comercialmente, pero fue golpeada por una serie de crisis globales.
En los próximos meses se sabrá si esta es la última página en la historia de Landa Digital Printing o el inicio de un nuevo capítulo bajo nuevos propietarios. Por ahora, el sector tecnológico observa expectante para ver si uno de los pioneros de la impresión digital logra una recuperación extraordinaria.
World Imaging News explorará quiénes podrían ser los potenciales compradores de Landa Digital Printing en un próximo informe.